Todos estamos expuestos desde nuestro nacimiento a las influencias externas. Esas influencias ayudan a definir y crean nuestro carácter, nuestra forma de ser, nuestra forma de ver las cosas, en definitiva construyen nuestras creencias.
Pero ¿son esas creencias siempre “reales”?
La realidad que nos rodea depende de nosotros, sus espectadores, para crearla. Hace falta un espectador para declarar que algo existe, sin ese “espectador” no habría constancia de esa realidad/existencia.
Partiendo de esta idea como base, podríamos decir que una cosa que para unos es clara y evidente para otros puede ser totalmente extraña e incomprensible, ¿es por eso más o menos real?
Gracias a los avances actuales a nivel social, de comunicaciones, de tecnologías, etc. hoy más que nunca se suele compartir una visión “general” del estado del mundo, el estado de la economía y el de las cosas, pero es suficiente el compartir esa visión “general” para declarar que esa es la realidad o simplemente creemos que es “real”.
Cuanto más confiamos en una persona o grupo de personas (familia, amigos, compañeros de trabajo, asociaciones, grupos religiosos, partidos políticos, gobiernos, etc.) mayor peso tienen sus palabras e ideas y sin darnos cuenta podemos dejar que una creencia se convierta en nuestra
“nueva realidad”.
Estamos en un periodo donde lo que escuchamos por todos lados es que hay una crisis (económica, social e incluso personal), “la crisis”, pero ¿cuanto de esta crisis es una “creencia” y cuanto es real? ¿Qué podemos hacer si es “solo” una creencia? ¿Y si es del todo real?
